Cuando se habla de agua de mar, muchas personas piensan solo en el océano, en vacaciones o en un día soleado en la playa. Pero detrás de ese paisaje conocido, hay una realidad poco explorada: el agua de mar es una solución química natural con más de 3 mil millones de años de historia, y con una composición tan completa que sorprende.
Se ha descubierto que contiene todos los elementos químicos que existen en la Tierra. Desde los más comunes como el sodio (Na), el magnesio (Mg), el calcio (Ca), el potasio (K) y el cloro (Cl), hasta otros menos conocidos como el boro, el yodo, el zinc, el manganeso e incluso trazas de metales como el oro o el cobalto. Esta mezcla no es casualidad, sino el resultado de millones de años de actividad geológica, volcánica, biológica y atmosférica.
A nivel científico, esta agua no es solo “salada”; es un líquido vital, dinámico y cargado de minerales esenciales, muchos de los cuales son también fundamentales para el funcionamiento del cuerpo humano. De hecho, varios investigadores han resaltado la similitud que existe entre la composición del agua de mar y la del plasma sanguíneo. Esa cercanía química es una de las razones por las que se ha utilizado en terapias naturales y tratamientos de recuperación.
¿Por qué se considera especial?
Uno de los aspectos más interesantes del agua de mar es su capacidad para mantener el equilibrio mineral. El mar es un gran regulador de minerales a nivel planetario. La vida, según muchas teorías científicas, comenzó precisamente en el mar, y no es coincidencia que nuestras células necesiten los mismos minerales que están presentes en él.
El agua de mar es tan rica en oligoelementos que ha sido estudiada para su uso en áreas como:
- Hidratación y recuperación celular
- Terapias nutricionales
- Desintoxicación del cuerpo
- Apoyo al sistema inmunológico
- Cuidado de la piel
- Fertilizantes ecológicos y agricultura regenerativa
A lo largo de los años, varios expertos y terapeutas naturales han comenzado a usar el agua de mar —especialmente la llamada “agua de mar hipertónica” o “isotónica”— para favorecer la regeneración del organismo. En algunas regiones se bebe tras un proceso de filtrado y dilución, mientras que en otras se aplica en baños, nebulizaciones o lavados nasales.
No toda el agua de mar es igual
Un detalle importante es que no todo el agua de mar es apta para consumo o uso terapéutico directo. El lugar donde se extrae, la profundidad y las condiciones ambientales influyen directamente en su calidad. Por eso, cuando se utiliza con fines terapéuticos o nutricionales, debe provenir de zonas limpias, lejos de puertos o focos de contaminación, y debe ser correctamente filtrada y esterilizada.
Existen laboratorios especializados en recolectarla de zonas profundas (a más de 10 metros), donde hay más estabilidad mineral y menor exposición a la contaminación. Estas aguas pasan por procesos naturales y mecánicos de micro filtrado, sin alterar su composición.
Un recurso con historia y futuro
Ya desde principios del siglo XX, el investigador René Quinton demostró el valor del agua de mar como un complemento de salud. Sus estudios en Francia lo llevaron a desarrollar terapias en las que se utilizaba el agua de mar filtrada para tratar a personas con problemas de desnutrición y desequilibrios minerales.
Hoy en día, este conocimiento se ha retomado con más fuerza. Cada vez más personas buscan alternativas naturales para fortalecer su salud, y el agua de mar resurge como un elemento con propiedades únicas, aún poco exploradas por la medicina tradicional.