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¿De dónde venimos?

25 de junio de 2025 por
¿De dónde venimos?
1234567890, Enrique Jacome

Hace unos 4500 millones de años, la Tierra era muy distinta a como la conocemos hoy. En sus inicios, no había árboles, animales, mares ni montañas. El planeta no era más que una gigantesca bola de fuego, caliente, inestable y sin posibilidad de vida.

Ahora, hazte esta pregunta:

¿Cuántos humanos pudieron haber existido en esa bola de fuego?

Exacto. Ninguno.

La vida no surgió de inmediato. Con el paso de millones de años, el planeta comenzó a enfriarse. Y ese proceso de enfriamiento no solo bajó las temperaturas, sino que formó gases y vapores que se condensaron, dando origen a los océanos y mares.

Fue en esos océanos, hace aproximadamente 3000 millones de años, donde nació algo que cambiaría todo: la primera célula.

La célula, el inicio de todo

La célula es la unidad básica de la vida. Todo ser vivo está compuesto por células. Y esa primera célula, formada en el océano, fue el punto de partida para toda la biodiversidad que conocemos hoy. Desde los organismos más simples, como las bacterias, hasta los más complejos, como los seres humanos.

Aquí vale la pena recordar esa adivinanza popular que dice:

¿De qué color es el caballo blanco de Sucre?

La respuesta está en la pregunta.

Pasa lo mismo aquí:

Si la primera célula nació en el océano, y los seres humanos estamos hechos de células, entonces es lógico pensar que venimos del mar. Que nuestra fuente original es marina. Que antes que cualquier otra cosa, fuimos parte del océano.

Somos seres marinos

Aunque hoy vivimos en tierra firme, el cuerpo humano sigue siendo en gran parte agua. Nuestros fluidos internos, como la sangre o el plasma, tienen una composición muy similar al agua de mar. De hecho, se ha comprobado que el equilibrio mineral del agua oceánica se asemeja al del entorno interno de nuestras células.

Todo esto nos lleva a una conclusión poderosa y sencilla: somos seres marinos. Nuestra historia empezó en el mar. Nuestra estructura biológica recuerda su origen. Y, de cierta manera, el agua de mar fue nuestro primer alimento.

Entender de dónde venimos no es solo una curiosidad científica. Es una forma de reconectarnos con lo esencial, con aquello que nos dio origen y que aún puede ayudarnos a vivir mejor.